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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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Juárez. Refutación a Francisco Bulnes. Genaro García (1904).

1904

 

 

PROLOGO

RECIENTEMENTE ha publicado el Sr. Ingeniero D. Francisco Bulnes un libro que se titula El Verdadero Juárez y la Verdad sobre la Intervención y el Imperio, en el cual trata de darnos a conocer a un Juárez mezquino y odioso, absolutamente distinto del que ha despertado tanto respeto y tanta admiración en el mundo entero.

Para ventura nuestra, me refiero a los liberales mexicanos, se advierte desde las primeras páginas de ese libro que el autor falsea los documentos históricos fehacientes, ó deduce de ellos hechos que no comprenden, cita a escritores nada veraces y se contradice a sí mismo, según demostraremos a su debido tiempo.

De una vez por todas señalaremos otro de los procedimientos que emplea el Sr. Bulnes para hacer historia: consiste en imaginar cuál pudo ó debió ser la conducta de los protagonistas de su libro.

Supone, por ejemplo, que el General Forey se hubiese visto obligado a levantar el sitio de Puebla por falta de víveres y de municiones, y dedica en seguida largos párrafos a exponer cuáles pudieron ser las consecuencias inmediatas. Maximiliano habría podido afirmar su Imperio, escribe, si hubiera sido brillante soldado, funcionario laborioso, legislador sagaz, modesto, austero, sobrio de fondo y forma y eminentemente liberal y generoso: esto es, observaremos nosotros, si Maximiliano no hubiera sido Maximiliano. Si hubiesen dado a González Ortega buenos consejos sus amigos, manifiesta, habría podido contar con la inmensa mayoría de los mexicanos liberales, con casi todos los intervencionistas y con el propio Napoleón III; la causa de Juárez habría degenerado entonces hasta volverse indigente causa personal: es aventurado afirmarlo y gratuito aseverar que a González Ortega no dieron nunca buenos consejos sus amigos, al menos, no cuida de indicar el Sr. Bulnes de qué manera lo ha sabido él. Tal parece qué el autor piensa que los fenómenos sociales, tan complexos, tan difíciles, casi imposibles de prever, quedan sujetos en su marcha a una sola influencia y a una sola dirección, de igual modo que las ruedas de un reloj armónicamente engranadas, movidas por una misma fuerza y que ninguna oposición encuentran al girar.

No contento el Sr. Bulnes con declarar lo que pudieron hacer los hombres prominentes de ambos partidos durante la Intervención, establece, además, lo que debieron de hacer. «Juárez debió de haber leído oportunamente las recomendaciones que un gran soldado, Simón Bolívar, dio al General Santander, Presidente de Colombia, relativas al modo de defenderse contra el  ataque de las tropas  francesas que probablemente debían invadir a Venezuela.» No dice el Sr. Bulnes dónde debió de leer el Sr. Juárez esas recomendaciones, ni podía decirlo tampoco; porque estaban consignadas en una carta manuscrita que guardaba el General Mosquera «entre sus papeles,» de la cual no remitió copia el Sr. Juárez sino basta 1865, 1 dos años después de la defensa de Puebla. Detenidamente diserta el Sr. Bulnes sobre la táctica militar escrita en nuestros días por Pierron, Cherfils, De Wet, etc., para concluir seria y gravemente, que todo cuanto escribe acerca del particular, debió de haberlo sabido «el gobierno de Juárez que tenía la dirección de la campaña,» a mediados del siglo pasado, añadiremos nosotros. De esta suerte, nos da derecho el Sr. Bulnes para que también le digamos a él que debió de haber conocido, antes de escribir su libro, no sólo las escasas obras que cita relativas al Sr. Juárez, a la Intervención y al Imperio, sino todas las que existen impresas, que ascienden ya a varios centenares, los innumerables documentos inéditos que guardan los archivos públicos y particulares y cuántos libros se escriban en lo sucesivo. Pero no ejerceremos semejantes derecho.

Nadie ignora que la Historia tiene un objeto preciso y provechoso: resucitar las edades anteriores, tales como fueron, con los hechos reales que llevaron al cabo, que nos es dado indagar y que nos importa descubrir, para llegar a conocer las causas eficientes del progreso humano; por lo cual, quien pretende, como el Sr. Bulnes, llenar ese objeto diciendo lo que a su juicio pudieran ó debieron haber hecho los hombres que nos han precedido, desciende de la categoría de historiador a la de los escritores infecundos que ni enseñan, ni divierten, ni proporcionan utilidad alguna a sus lectores.

Aunque admiradores fervorosos nosotros del Sr. Juárez, habríamos sido los primeros en aplaudir el libro del Sr. Bulnes, si se hubiese ajustado a la verdad; pero como lejos de esto, la quebranta abiertamente a cada paso, nos resolvimos a escribir la presente Refutación, confiados en que, cualesquiera que sean los juicios que pueda provocar, será considerada al menos como obra sincera y de buena fe.

 

 

 

Nota

1 Romero, Documentos para la Historia de la Intervención,  tomo V, pág. 256.